El teléfono móvil se convirtió en un elemento imprescindible de nuestro día a día, pero, a veces, nuestra dependencia de él puede ser demasiado grande y tener efectos negativos. Si nos ponemos a ver detenidamente cuánto tiempo del día estamos conectados a nuestro celular, tal vez nos sorprenda darnos cuenta de que es mucho más del que pensábamos.
Los expertos advierten que la adicción al teléfono celular podría ser igual de destructiva y mucho más extendida que otras adicciones. Desde el deterioro de la salud mental hasta síntomas de abstinencia, hay al menos cinco señales que nos advierten que podríamos estar usándolo más de lo que deberíamos.
Cuáles son las cinco señales de que se es adicto al celular
El tiempo que pasamos con el teléfono. Uno de los criterios clave para la adicción es lo que los investigadores llaman ‘tolerancia’. Al igual que un adicto a la cocaína o al cannabis necesita una dosis cada vez mayor para sentir el mismo subidón, lo mismo ocurre con la adicción a los teléfonos inteligentes. Además, aumentar la cantidad de tiempo que pasamos en el dispositivo aumenta el riesgo de que el comportamiento pase de un uso problemático a una adicción total. Un estudio de 2023 encontró una “asociación significativa” entre la adicción a los teléfonos inteligentes y pasar más de cuatro horas al día en dispositivos.
Cómo afecta a nuestra vida. La señal más grande de que somos adictos a nuestro teléfono es cómo el tiempo que pasamos en línea afecta el resto de nuestra vida. El profesor Mark Griffiths, experto en adicción a Internet de la Universidad de Nottingham Trent de Reino Unido dijo: “No se trata de la cantidad de horas, sino de la cantidad de horas que impactan negativamente en otras cosas que deberías estar haciendo”. Los psicólogos dividen esto en dos factores diferentes: prominencia y conflicto. La prominencia significa que nuestro teléfono o lo que hacemos con él, se convierte en lo más importante de nuestra vida. Mientras tanto, el conflicto significa que lo que hacemos en nuestro teléfono comienza a perturbar otras áreas de nuestra vida. “El tiempo que pasas con el teléfono inteligente es tan ocupado que compromete tus relaciones personales, tu educación o tu ocupación”, indicó Griffiths.
Por qué usamos el teléfono. Además, otra señal clave de adicción es el motivo por el que las personas usan sus teléfonos. Parte de lo que separa a los adictos de los usuarios problemáticos es que los adictos usan sus hábitos como una forma de alterar su estado de ánimo. Esto puede ser obvio en el caso de las drogas o el alcohol, que alteran el estado de ánimo, pero Griffiths sostiene que esto también es cierto en el caso del uso de teléfonos móviles. “Utilizas tu teléfono como una forma de modificar tu estado de ánimo. Ya sea para ponerse en onda, alto, excitado y emocionado o para hacer exactamente lo contrario: tranquilizarse, adormecerse, desestresarse, relajarse”, expresó.
Cómo afecta a nuestra mente. Las investigaciones demostraron que la adicción a los teléfonos móviles también tiene un impacto significativo en la salud mental de las personas. Un estudio realizado por científicos del King’s College de Londres publicado este año analizó la relación entre el uso problemático de teléfonos inteligentes y la salud mental en adolescentes. Los investigadores descubrieron que los jóvenes de 16 a 18 años que informaron padecer uso problemático del móvil tenían el doble de probabilidades de experimentar ansiedad y casi el triple de probabilidades de experimentar depresión.
Cómo afecta a nuestro cuerpo. Un caso genuino de adicción a un teléfono inteligente tiene muchas similitudes con las adicciones a las drogas o al alcohol y esto se extiende incluso a los efectos que tiene sobre el cuerpo. Si bien el uso de un teléfono inteligente obviamente no es tan dañino como tomar una droga peligrosa como la heroína, la adicción aún puede provocar síntomas físicos de abstinencia. Griffiths explicó: “Incluso a nivel fisiológico, tendrás náuseas, sudoración en las manos, calambres estomacales, cosas que encontrarías en adicciones más tradicionales”. Y aunque esto pueda parecer extraño, ahora hay cada vez más evidencia de que las llamadas “adicciones conductuales”, como el juego, pueden desencadenar estos efectos físicos.