La repercusión por lo que pasa en torno a Sean “Diddy” Combs es cada vez mayor a medida que se saben más datos sobre lo que ocurría en las fiestas salvajes a las que iban personalidades como Leonardo DiCaprio y Ashton Kutcher. En las últimas horas trascendió cuánto dinero costaban las celebraciones que quedaron en el ojo de la tormenta luego de la detención del rapero acusado de tráfico sexual de personas y abuso.
El sitio The Hollywood Reporter publicó un informe sobre la manera en la que la sociedad de principios de 2000 tomaba esas fiestas. En el artículo deslizó un dato contundente sobre el valor de aquellos eventos descontrolados.
De acuerdo a lo que se publicó en un viejo número de la revista Ebony, dato tomado por el sitio especializado en Hollywood, Jessica Rosenbloom, la productora principal de las Fiestas Blancas -así se las llamaba-, calculó a mediados de los 2000 que cada una, hasta ese momento, habían salido un millón de dólares.
La cifra es muy alta para cualquier tipo de festejo, aunque algunos dudan sobre la certeza de que haya sido así. Como el exrepresentante de Diddy, Rob Shuter, que se mostró en contra de esta información. “Él nunca gastó un solo dólar. Siempre tuvo un patrocinador”, lanzó.
En un artículo de la revista Forbes de 2012, cuando las celebraciones de Diddy ya empezaban a mermar y a cambiar de foco, se analizó cuánto costaban en ese entonces. El fundador del sitio de marketing BiZBash Media, David Adler, arriesgó el número final.
“Era para 400 personas, y serían 500 dólares por cada uno, es decir 200 mil dólares. Ese dinero sale de un presupuesto de marketing. Es más barato hacer el evento más caro del mundo que comprar publicidad; la ventaja de la prensa por sí sola vale mucho más de lo que se gastaría en el evento”, aseguró.
Así eran las fiestas salvajes de Diddy
Tras la meditación del caso, varios sitios especializados en Hollywood como US Weekly y Page Six indagaron en cómo se diseñaban estas fiestas que, en la mayoría de los casos, eran anuales y muy reconocidas: los participantes, como un código secreto, debían ir vestidos de blanco siempre. Mientras que muchos de ellos solo estaban en la celebración “oficial”, había una oculta en la que, presuntamente, ocurrían las aberraciones por las que se lo acusa al músico.
Muchos creen que varias de estas fiestas que organizaba anualmente en su mansión de Los Hamptons eran una fachada para dar una “buena imagen” dentro del mundo del espectáculo. Eso le permitía obtener poder y más fama, que, a su vez, le generaba impunidad para cometer otros delitos.
Además, los investigadores suponen que, al mismo tiempo, estas celebraciones eran parte del sistema que Diddy montó para cometer los crímenes sexuales. El productor quedó detenido acusado de haber usado su “poder y prestigio” para “tráfico sexual, trabajo forzado, transporte interestatal con fines de prostitución, delitos de drogas, secuestro, incendio provocado, soborno y obstrucción de la justicia”.
Las aberraciones que, aseguran, cometía, quedaron registradas en múltiples videos prohibidos que las fuerzas policiales descubrieron cuando allanaron, a principios de año, su lujosa casa en Miami. El caso es similar al de Jeffrey Epstein, el magnate que se suicidó en la cárcel cuando estaba a punto de enfrentar un juicio por tráfico y abuso sexual.
En la acusación se describe que Diddy obligaba a las mujeres y hombres a cometer, mientras estaban drogados, actos sexuales conocidos como Freak Offs, que quedaban registrados en videos.
Las torturas duraban días y las víctimas recibían medicación intravenosa para recuperarse. Los investigadores sostuvieron que el rapero grababa los actos sexuales para, luego, mostrarle a las personas que eran víctimas de los abusos y chantajearlos con hacer circular ese material con el objetivo de que no hablaran.
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En los allanamientos, la policía encontró drogas, cientos de videos, miles de botellas de aceite y lubricante para bebés, además de armas de fuego y municiones. Diddy enfrenta varias penas que van desde los 15 años hasta la cadena perpetua.
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