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El apagón total en que se sumió este viernes Cuba es el culmen de la crisis energética que sufre el país desde hace años, un problema enquistado y de compleja solución a largo plazo, de acuerdo a los expertos, que tiene graves consecuencias económicas y sociales.
Por qué importa: En 2021, se estimaba que 2.4 millones de personas de origen cubano residían en Estados Unidos, según un análisis del Pew Research Center basado en la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense de la Oficina del Censo de EE. UU. Este grupo incluye tanto a inmigrantes procedentes de Cuba como a aquellos que se identifican como hispanos con ascendencia cubana.
La central termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, al occidente de la isla, sufrió una avería y tuvo que salir del Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Esta acción imprevista desequilibró un sistema ya en una elevada situación de estrés y provocó lo que la estatal Unión Eléctrica (UNE) denominó “cero cobertura energética nacional”.
Cuba llevaba desde finales de agosto experimentando prolongados apagones diarios. Este jueves se había alcanzado la tasa máxima de déficit de 2024, al superarse una afectación simultánea que apagó a más de la mitad del país. Este es el peor porcentaje de los últimos años, incluidos los picos de déficit de principios de este año y de julio y agosto de 2021 y 2022.
En La Habana, que suele preservarse de la crisis por su capitalidad, los apagones mínimos diarios eran ya de seis horas. En algunos municipios superaban desde hace semanas las 20 horas diarias.
Actualmente, las causas son, según la UNE, dos: la escasez de combustible importado ―fruto de la falta de divisas― para surtir los motores y plantas eléctricas, y las reiteradas averías en sus obsoletas centrales termoeléctricas.
Cuba, según datos del Minem, consume 8 millones de toneladas de combustibles al año, de las que sólo produce tres millones. El Gobierno ha apuntado en alguna ocasión que dedica más de 2.000 millones de dólares a este rubro anualmente. Aliados como Venezuela, Rusia y México han estado proveyendo al país de la mayor parte de la energía que requiere.
La isla cuenta actualmente con siete centrales termoeléctricas, que se construyeron con ayuda soviética hace más de cuatro décadas y que están afectadas por un déficit crónico de inversión. En total, tienen 20 unidades de generación de energía (siete de ellas estaban en los últimos días paradas por averías y mantenimientos).
Además, Cuba ha rentado en los últimos años varias centrales flotantes, de las que actualmente operan sólo cinco. Se trata de una solución rápida, pero costosa y contaminante, que no resuelve el problema estructural.
En septiembre de 2022 se produjo una situación similar de “cero producción” tras el paso del huracán Ian con categoría tres (de cinco) en la escala Saffir-Simpsom por el extremo occidental de la isla. Esto provocó un grave desajuste que dejó a oscuras a todo el país. La recuperación llevó días.
Los expertos coinciden en que no hay soluciones sencillas. El consultor independiente Emilio Romero cifró en 10.000 millones de dólares la inversión necesaria para reflotar el sistema electroenergético cubano.
El director general de electricidad del Ministerio de Energía y Minas, Lázaro Guerra, aseguró en una entrevista a la agencia EFE el pasado mes de abril que esa cantidad no era “disparatada”, pero no aportó cifras propias.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, aseguró por su parte que «la dirección del país» está dedicando «absoluta prioridad a la atención y solución de esta contingencia energética de alta sensibilidad para la nación» y subrayó que «no habrá descanso» hasta que se restablezca el flujo eléctrico en el país.
A largo plazo, Cuba aspira a reformar sustancialmente el SEN, según Guerra, y avanzar hacia la “independencia energética” basándose en “el crudo nacional, el gas acompañante y las renovables”, con un papel destacado de la solar.
El Gobierno cubano impulsa un plan para poner en marcha, con ayuda china, 100 parques solares de aquí a 2031 con una capacidad instalada de 2.000 megavatios, que podrían aliviar el déficit energético.
Los frecuentes cortes en el suministro eléctrico dañan severamente la economía cubana, que en 2023 se contrajo un 1,9 % y se encuentra aún por debajo de los niveles de 2019, en parte por la paralización forzada por los apagones.
El primer ministro cubano, Manuel Marrero, anunció este jueves en una inusual comparecencia televisiva que a partir de este viernes se iba a paralizar toda la actividad no esencial de las instituciones estatales, que abarca desde la agenda de los ministros a los colegios y la mayor parte de la industria pública.
Los apagones paralizan la vida cotidiana de los cubanos: no funcionan los semáforos, los cajeros automáticos, los servicentros (gasolineras), el pago electrónico de las tiendas, las oficinas de la administración, las cocinas eléctricas de la mayoría de hogares, y las bombas de agua de las ciudades y de las viviendas. Por citar sólo unos ejemplos.
Esto ha atizado el descontento en un contexto de grave crisis económica desde hace más de cuatro años, con escasez de básicos (alimentos, medicinas, combustible), inflación galopante, dolarización creciente y una oleada migratoria sin precedentes por su volumen y amplitud temporal.
Los expertos consideran además los apagones como los catalizadores de protestas antigubernamentales, incluidas las del 11 de julio de 2021 —las mayores en décadas—, y las del pasado 17 de marzo en Santiago de Cuba (este) y otras localidades.
Con información de EFE
Written by: E-GRUPOCLAN
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