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“Si dejo de fumar, engordo” es uno de los argumentos que suelen creer las personas que consumen productos del tabaco.
Pero ahora un estudio científico reveló que fumar aumenta el riesgo de tener más grasa visceral -que es la más peligrosa- en la parte profunda del abdomen.
El trabajo fue publicado en la revista Addiction. Fue realizado por los investigadores de Dinamarca. Revelaron que el inicio del tabaquismo y un mayor consumo de tabaco a lo largo de la vida pueden provocar un aumento de la distribución de la grasa abdominal.
“El aumento de la grasa abdominal debido al tabaquismo se caracteriza por un aumento de la grasa visceral. Por lo tanto, los esfuerzos para prevenir y dejar de fumar pueden tener el beneficio añadido de reducir la grasa abdominal”, afirmaron en el trabajo los investigadores Germán Carrasquilla, Mario García-Ureña, María Romero-Lado, y Tuomas Kilpeläinen, que forman parte del Centro de la Fundación Novo Nordisk para la Investigación Metabólica Básica en la Universidad de Copenhague, Dinamarca.
La “visceral” es un tipo de grasa poco saludable que se encuentra en la parte profunda del abdomen. Su presencia aumenta el riesgo de sufrir infarto, diabetes y demencia. Pero es difícil de detectar y puede ocurrir que una persona tenga el vientre plano, pero tenga grasa visceral.
Los investigadores en el centro de Dinamarca quisieron evaluar qué relación había entre el tabaquismo a lo largo de la vida y la grasa abdominal.
Para eso, utilizaron una herramienta de análisis estadístico llamada “aleatorización mendeliana (RM)”. Esta herramienta busca relaciones causales entre exposiciones y resultados (en este caso, tabaquismo y grasa abdominal) y agrupa a las personas según su código genético.
Entonces, aplicaron ese análisis a los resultados de distintos estudios genéticos sobre la exposición al tabaco y la distribución de la grasa corporal.
Se trataba de grandes estudios de ascendencia europea: un estudio sobre el tabaquismo en el que participaron 1,2 millón de personas que acababan de empezar a fumar y más de 450.000 fumadores de toda la vida, así como un estudio sobre la distribución de la grasa corporal que incluyó a más de 600.000 personas.
Así, los científicos identificaron primero qué genes estaban asociados a distintos hábitos de tabaquismo y distribuciones de grasa en el organismo (como la relación cintura-cadera). Luego, utilizaron esa información para averiguar si las personas con determinados genes presentaban distribuciones diferentes a las de otras personas.
Ajustaron los resultados para tener en cuenta otras influencias sobre la grasa corporal, como el consumo de alcohol y el nivel socioeconómico. Descubrieron que el efecto del tabaco en la grasa abdominal era el mismo con independencia de todos los demás factores.
“Al examinar los datos genéticos podemos inferir si una relación es causal, yendo más allá de las asociaciones”, explicó el doctor Carrasquilla, que fue el autor principal del estudio.
“Nuestro análisis multivariable sugirió que los efectos causales del inicio del tabaquismo y del tabaquismo a lo largo de la vida sobre la obesidad abdominal son independientes del estatus socioeconómico, el consumo de alcohol, el trastorno por déficit de atención/hiperactividad y las conductas de riesgo”, añadió.
Para el investigador, los resultados refuerzan la importancia de los esfuerzos que se están haciendo gran escala para prevenir y reducir el tabaquismo en la población general. Si las personas no se inician en el consumo o abandonan, se puede ayudar a reducir la grasa visceral abdominal y todas las enfermedades crónicas que están relacionadas.
“Reducir un riesgo importante para la salud en la población reducirá, indirectamente, otro riesgo importante para la salud”, sostuvo.
Consultado por Infobae, el doctor Alejandro Videla, ex presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria y jefe del servicio de neumonología del Hospital Universitario Austral, comentó sobre el estudio: “Se trata de una investigación original por el uso de la herramienta de análisis estadístico para evaluar la asociación entre fumar y la grasa visceral”.
En general, la gente que fuma puede ser más delgada, pero en realidad “tienen más tendencia a tener depósito de grasa que se asocia con mayor enfermedad cardiovascular”, señaló el doctor Videla. El hallazgo es otra razón para alentar a las personas a no iniciarse en el consumo o para abandonarlo.
Cuando se deja de fumar tabaco, disminuye el ritmo cardíaco y baja la tensión arterial a los 20 minutos. Al año, el riesgo de tener un infarto baja a la mitad. Se sabe que dejar de fumar tiene beneficios enormes para la salud, incluyendo un mayor bienestar, pero controlar la adicción no resulta fácil. Por eso, se recomienda pedir ayuda a profesionales de la salud, y -si corresponde- acceder a tratamientos farmacológicos que hayan demostrado eficacia.
Escrito por E-GRUPOCLAN
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